Oxana Cretu es la chef del restaurante Inima en Burdeos. Para Zèta, nos abre las puertas de su cocina.
Un alma sensible guiada por el gusto y la memoria. Fue tras ser madre que cocinar se convirtió en una opción natural para ella. Un nuevo comienzo, a los treinta, para devolverle el sentido, la conexión y la dulzura a la vida cotidiana.
Su cocina es una historia de equilibrio: entre Francia, el país que la acogió, y Moldavia, el país que la vio nacer.
Nuestro encuentro con Oxana
En su testimonio, Oxana habla con sinceridad sobre sus raíces y su búsqueda de armonía.
Recuerda a sus abuelos, sus gestos pacientes, la calidez de una comida compartida a pesar del frío exterior. Un recuerdo imborrable: su abuelo, un ahumadero casero, un pato preparado durante horas.
De estos momentos nació su visión de una cocina sincera, donde cada detalle tiene significado.
En su casa, nada se deja al azar. Cada plato cuenta una historia.
Un homenaje a las estaciones, a los productos sencillos, a las emociones que compartimos alrededor de una mesa.
Ver esta publicación en Instagram
Oxana no busca la perfección, sino la emoción.
Cocina como se habla, con el corazón. El mejor cumplido que se le puede hacer, dice, es simplemente: «Me lo pasé bien».
Y quizás es ahí, en esa sencillez, donde reside toda la belleza de su arte.